martes, 20 de septiembre de 2011

Capitulo 9


A la mañana siguiente alguien llamó a la puerta pero no supe quien era hasta que tocó a la puerta de mi habitación. Yo estaba medio dormida ya que, la noche anterior no dormí nada.
Vi una figura borrosa pero poco a poco se fue aclarando hasta hallar a la persona que estaba en la puerta esperando.

-¡VICTOR! ¿Qué haces aquí?-dije enfurecida.

-He venido a verte. Te dejaste una cosa.

-¿Qué me dejé?

-Esto.

Se acercó a mi me cogió de la cabeza y me besó. Por desgracia no vino mi madre para poder haberlo impedido. Intenté despegarme de él pero no podía. Estaba confundida, mi corazón y mi razón estaban luchando, discutiendo. Mi razón me decía que le empujara para apartarlo de mi y después darle una ostia bien dada, pero mi corazón decía que me quedara donde estaba y que disfrutara del momento.
En ese momento, por primera vez mi corazón supero a la razón.

-Luz, te quiero.

- Víctor, yo….
No pude acabar la frase, en ese momento apareció mi hermana Lucia por la puerta de mi habitación  anunciándome de que la comida ya estaba hecha. Bajemos a la cocina y cuando mi madre vio a Víctor le dijo que si podía ayudar a colocar la mesa. Me quedé alucinada, sin que yo lo supiera hasta ese momento mi madre había invitado a Víctor a comer.
Mientras comíamos mi madre no paraba de hacerle preguntas sobre nosotros dos, es decir quería sonsacarle si éramos novios o no. Claro estaba que no lo éramos. Y mi hermana con sus 10 años que tenía hacía unas preguntas muy incómodas. Os imaginaréis cuales son.
Y para rematar Víctor y sus halagos a mi madre.

-Bueno, señorita Castillo ¿En que trabaja? A parte de cuidar a sus bellísimas hijas.

-No cuela  Víctor-dijo mi madre- a la que tienes que adular es a mi hija y trabajo en un restaurante de hostelería.

-Hostelera… ¿podría probar alguna cosa que hayas preparado?

-Claro, de postre tenemos una de mis especialidades.

-Las mejores natillas que hayas probado en tu vida- dijo mi hermana Lucia.

-Bueno, vamos a probarlas a ver si es cierto-dijo Víctor.

Mientras nos tomábamos las natillas caseras de mi madre yo veía la cara que ponía Víctor. Tenía cara de satisfacción. Esa cara hizo que se me escapara una risilla floja y la atención de toda la mesa.

-¿Qué pasa, Luz?-preguntó mi madre.

-Nada, mamá. Cosas mías-reí.

-Pero quieres parar de reírte, ¿Qué te pasa?- dijo Víctor.


Después de terminarnos las deliciosas natillas caseras de mi madre recogimos la mesa y después de eso Víctor afirmó que las natillas de mi madre eran las mejores que había probado en su vida. Mi madre para agradecerle la crítica que hizo Víctor sobre sus natillas le regaló unas para que las probaran sus padres.
Después de estar hablando con mi madre sobre su trabajo y los platos que prepara en el restaurante nos fuimos Víctor y yo a mi habitación con la pequeña Yena. Yena siempre saltaba de alegría cada vez que nos veía a alguno de los dos, era súper mona.

-Yena…. Cuanto tiempo chica-dijo Víctor mientras le rascaba la barriga.

-Ya, ya… oye si eso despídete de ella y lárgate.

-Vaya humos. ¿Es por lo del beso?

-Algo tiene que ver y hablando de eso ¿Por qué lo has hecho?

-Te lo he dicho, te quiero y te lo voy a decir las veces que hagan falta.

Por muchas veces que lo dijera nunca me lo iba a creer.

Empezó a contarme un rollo que tenía él con Alba y lo que sucedió realmente en la fiesta.  Que estaba con ella hablando tranquilamente y que como iba un poco tocado, un poco bastante pues se le fue la olla y se enrollo con ella pero que después se arrepintió mucho.
Si se pensaba que me lo iba a tragar lo llevaba claro.
Luego empezó a hablar de la  impresión que le di la primera vez que nos conocimos. Y mientras nombraba mis características se iba aproximando a mi cada vez más y más. Yo en cambio iba alejándome de él pero me acorraló. Nos miramos a los ojos y me volvió a besar.

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